Erick, que se había debilitado ligeramente de categoría 4 a 3 antes de tocar tierra en el oeste de Oaxaca, se manifestó con vientos de alrededor de 200 kilómetros por hora. La trayectoria del ciclón generó particular preocupación por la posibilidad de una intensificación abrupta, similar al devastador huracán Otis que azotó Acapulco hace dos años. Afortunadamente, Erick no alcanzó esa fuerza extrema, pero sus efectos fueron significativos.
Las autoridades mexicanas habían activado miles de albergues y ordenado evacuaciones preventivas ante la inminente llegada de la tormenta. Sin embargo, el jueves por la mañana, los reportes confirmaron daños considerables. En Oaxaca, un hospital sufrió afectaciones, calles quedaron intransitables y estaciones eléctricas se vieron comprometidas. Los deslaves provocaron el cierre de dos carreteras y un hombre resultó herido, evidenciando la fuerza destructiva de las lluvias.
La costa, particularmente la playa de Puerto Escondido, amaneció cubierta de escombros y basura arrastrada por la marea, principalmente residuos plásticos. Alrededor de 200 personas buscaron refugio en Santiago Pinotepa Nacional debido a la crecida de las aguas. Además, los cortes de electricidad afectaron a más de 120.000 usuarios y las redes de telefonía celular sufrieron interrupciones, complicando la comunicación y la respuesta de emergencia en varias ciudades.
La magnitud del impacto se estima con hasta 400 milímetros de lluvia en algunas zonas, lo que pronosticó graves inundaciones y deslaves, especialmente en áreas montañosas. La presidenta Claudia Sheinbaum había instado a la población en zonas de riesgo a acudir a los refugios, subrayando la peligrosidad del evento. Sin embargo, en Puerto Escondido, pescadores y dueños de negocios como Esther Martínez Hernández, lamentaron la falta de apoyo municipal para resguardar sus embarcaciones, evidenciando la necesidad de una respuesta más ágil por parte de las autoridades locales.
Aunque el ciclón tropical Erick es un evento internacional, su impacto resalta la vulnerabilidad de las comunidades costeras frente a fenómenos meteorológicos extremos. Para la región andina de Neuquén y otras zonas con riesgo de desbordes o aluviones, este tipo de noticias internacionales sirve como un recordatorio constante de la importancia de los protocolos de emergencia, la infraestructura resiliente y la capacidad de respuesta de los organismos locales. La experiencia mexicana subraya la vitalidad de la planificación anticipada y la comunicación efectiva para proteger a la población y mitigar los daños en caso de un evento natural de gran escala.