Por “neuquinizar” entendemos el intento de reencuadrar instituciones de prestigio (UNCo, becas, medios, organizaciones sociales) bajo la marca identitaria del gobierno mediante nombramientos, calendarios y mensajes que subordinan su autonomía a un relato de pertenencia. Decir que la UNCo “es de todos” y, acto seguido, neuquinizarla como escala de poder no es lo mismo. La universidad, las becas o el sistema de medios no son tótems que puedan re-etiquetarse según el clima de campaña: son instituciones con reglas. Cuando el Estado “rebautiza” en nombre de la pertenencia, asoma la apropiación simbólica: la neuquinidad deja de ser bien común y empieza a comportarse como marca registrada.
Esa lógica se refuerza con un estilo de mando corto—dos o tres superministros, licencias cruzadas, secretarías superpoderosas. La concentración puede dar velocidad, pero estrecha la deliberación y empobrece el control interno. Si la identidad pretende resolverlo todo, ¿para qué abrir juego a otros sectores institucionales como intendencias, sindicatos o comunidades? Lo que luce como fortaleza gerencial delata, en realidad, aversión al riesgo y una debilidad de fondo: baja tolerancia al disenso.
La lucha contra la corrupción es irrenunciable pero convertirla en escarnio es incivilidad. Estigmatizar a colectivos enteros—beneficiarios de planes, empleados administrativos—o exhibir sumarios en plaza pública degrada la esfera cívica, inhibe a denunciantes genuinos y transforma la justicia en espectáculo. En una república, el orden se acredita con debido proceso, evidencia y métricas verificables; no con afiches morales ni linchamientos mediáticos.
También aquí vale una prueba de realidad. Becas “gigantes”, microcréditos, apoyos a emprendedores, programas para mujeres, modernización universitaria: el envase promete, el contenido se valida con datos abiertos. ¿Cuál es el monto promedio por beneficiario? ¿Qué criterios de asignación y padrones se publican? ¿Cómo sigue la trazabilidad del gasto, la ejecución contra el presupuesto y las metas trimestrales? En becas, ¿qué pasa con la permanencia y graduación? En microcréditos, ¿cuál es la tasa efectiva, la morosidad y el costo administrativo? Sin estas respuestas, la neuquinidad es etiqueta; las políticas se sostienen con presupuesto, reglas y resultados medibles.
Quienes defienden el enfoque oficialista argumentan autonomía provincial, velocidad decisional y orden frente al centralismo. Es una agenda legítima. Justamente por eso conviene subir la vara: autonomía madura significa más controles cruzados, no menos; velocidad con rendición de cuentas; orden con debido proceso. Defender Neuquén frente al centralismo suma; convertir “Neuquén primero” en coartada para debilitar contrapesos resta. Universidad realmente autónoma, órganos de control con dientes, prensa con información y justicia lejos del ring son condiciones de posibilidad de esa misma autonomía.
A esto se agrega un patrón político: identidad + lealtad por encima de identidad + pluralidad. Las rupturas exprés con aliados que pasan a ser “traidores” revelan coaliciones frágiles y una autoestima hipersensible.
El test que este relato aún no supera es simple y verificable: instituciones “de todos” con actas, datos abiertos y auditorías; gabinete plural con competencia interna sana y protocolos de transparencia; anticorrupción con procesos; metas a 90/180/365 días en tableros públicos que conviertan “Neuquén primero” en indicadores primero; y tono civil: crítica dura, sí; estigma, no. La cuestión no es si la épica emociona, sino si se sostiene con pruebas.
En ese marco, las denuncias difundidas recientemente sobre un operativo judicial y policial dentro de un jardín de infantes en horario escolar, para ejecutar una medida en un expediente de familia vinculado al secretario de Prensa y Comunicación, Claude Staicos, tensionan el límite entre orgullo identitario y aparato estatal al servicio de los propios. Son versiones en disputa que requieren aclaración oficial y judicial (fundamento legal y proporcionalidad), pero bastan para encender alarmas sobre separación de poderes, debido proceso y prudencia institucional en ámbitos sensibles. Cuando el Estado aparece sobrerrepresentado, la discusión deja de ser la neuquinidad y pasa a ser la calidad republicana con que se la ejerce.
Neuquén no necesita que lo neuquinicen; necesita que lo gobiernen con identidad y controles. Si el relato es poderoso, que se someta a la misma vara que exige: datos, diversidad y ley. Solo ahí—y no en la etiqueta—se prueba la verdadera pertenencia.
-——————————————————————————————————————————————
Esta nota fue elaborada a partir de un análisis político sobre la neuquinidad. AIRESNUEVOSNQN se ampara en la Constitución Nacional, la Ley 26.032 y tratados internacionales que garantizan la libertad de prensa y el derecho a informar sobre asuntos de interés público.