Tokio.- Las películas de Studio Ghibli, con sus imágenes dibujadas con una delicadeza y una textura tan convincentes, han cautivado a audiencias globales, invitándonos a mundos de emociones tiernas y lugares vívidos que encienden la imaginación. Sin embargo, como espectadores, nunca podemos traspasar la barrera de la pantalla 2D. Es en este punto donde los videojuegos, con sus entornos tridimensionales e inmersivos, han encontrado una fuente de inspiración invaluable para recrear esa fantasía de “entrar” en los universos del maestro Hayao Miyazaki y sus colegas, según un análisis de Lewis Gordon publicado en The New York Times el 21 de junio de 2025.
La influencia del Studio Ghibli, que esta semana cumplió 40 años desde su fundación, es palpable en la industria de los videojuegos. Esto se observa, por ejemplo, en las recientes incorporaciones a la franquicia “Legend of Zelda”, como “Breath of the Wild” (2017) y “Tears of the Kingdom” (2023), que ofrecen experiencias pastorales teñidas de amenazas y gráficos que evocan el estilo pictórico del estudio. Aunque Nintendo no ha reconocido abiertamente esta influencia, la conexión es innegable. Más allá de pilares japoneses como la franquicia “Ni No Kuni” (fruto de una colaboración directa con Ghibli), son los creadores de juegos occidentales quienes han dado un giro particular al sueño de habitar un mundo ghibliano, priorizando la intencionalidad artesanal, la colisión entre naturaleza y tecnología, y la importancia de los detalles domésticos junto a las grandes aventuras.
Diseñadores y artistas, en su mayoría milénials expuestos al estilo melancólico de Ghibli tras el éxito de “El viaje de Chihiro” en la década de 2000, han sabido interiorizar la sensibilidad del estudio. Ejemplos incluyen los cielos y nubes de “Planet of Lana” (2023), o el lobo de “Neva” (2024), un claro guiño a la diosa lupina Moro de “La princesa Mononoke”. Estos juegos, con su “poesía y urgencia”, son meditaciones sobre el creciente distanciamiento de la humanidad de la naturaleza. Sin embargo, Michael Leader, presentador del pódcast Ghibliotheque, advierte que a menudo la inspiración es superficial, reduciendo a Ghibli a un mero estilo visual “acogedor” sin violencia, cuando la obra de Miyazaki rebosa de inquietud y emociones complejas.
Los mejores videojuegos inspirados en Ghibli, como la aventura de mundo abierto “Sable” (2021), sí logran capturar la esencia de Miyazaki: protagonistas adolescentes en mundos al borde de un cataclismo medioambiental, fluctuando entre el asombro infantil y sentimientos adultos, con una profunda tristeza flotando en el ambiente. Una fuente clave de inspiración para estos creadores es “Nausicaä del Valle del Viento”, la fábula ecológica que Miyazaki dirigió antes de fundar Ghibli en 1985. Su heroína bióloga, que cultiva plantas tóxicas y encarna una gama de emociones modernas –optimismo ingenuo, fuerza obstinada y dolor debilitante–, ha sido una referencia crucial para juegos como “In Other Waters” (2020), que aborda la política ecológica más allá de la “salvación de las ballenas”, reconociendo la influencia destructiva de la humanidad.
El videojuego de escalada “Jusant” (2023) también ilustra la discordia medioambiental en un paisaje árido donde antes había agua, impartiendo una “ecofilosofía de claridad moral cristalina, al estilo de Ghibli”, donde no se distingue entre humanos y no humanos, solo entre “los vivos”, según su codirector creativo Mathieu Beaudelin. De manera similar, Kevin Griffith Sullivan, director creativo de “Season: A Letter to the Future” (2023), buscó transmitir la emoción agridulce del final de “El viaje de Chihiro”, esa sensación de dejar atrás la infancia y comprender la inmensidad del mundo. Su juego, a través del viaje en bicicleta de una adolescente que documenta un valle, fomenta la observación, reflejando cómo “prestar atención a las cosas es una recompensa en sí misma”.
A pesar de que Miyazaki ha sido un crítico vocal del entretenimiento producido en masa, incluidos videojuegos, por considerar “una agresión” a los jóvenes, los mejores juegos inspirados en Ghibli se alinean con su filosofía. Evitan la “postura depredadora” de las grandes aventuras de acción, como ejemplifica “Caravan SandWitch” (2024), cuyo protagonista recicla herramientas de extracción para su comunidad, reflejando el pacifismo y ecologismo de Miyazaki. Estos títulos fomentan el juego guiado por la curiosidad, permitiendo a los jugadores descubrir el significado a su propio ritmo, tal como en las películas de Ghibli, que transmiten una “sensación de que tienes un entendimiento de uno a uno con una persona real”, y no con un comité corporativo o inteligencia artificial. Al final, estos videojuegos no solo ofrecen escapismo, sino que se convierten en “expresiones de la psique de sus jugadores”, invitándolos a embarcarse en sus propios viajes imaginativos e inspiradores.