Neuquén, 26 de septiembre de 2025 – El tripl femicidio de Brenda Brisa Casas (20), Morena Boden (20) y Lara Candela Guerrero (15) en Florencio Varela no solo estremeció al conurbano bonaerense. Sacudió a la nación entera y volvió a encender una alarma que ya no debería sonar más: en Argentina, las mujeres y las niñas siguen sin garantías básicas para vivir.
Las mataron a las tres juntas, en una casa humilde, como si la violencia de género se hubiese encarnado en una sola escena para recordarnos lo que llevamos años gritando.
“Ninguna de las tres se merecía terminar así”, dijo la madre de Brenda.
Otra vez, una familia tuvo que explicar lo obvio.
Neuquén también gritó: “Paren de matarnos”
En la Patagonia, cientos de personas salieron a las calles con la misma bronca que en Buenos Aires. La concentración comenzó en el Monumento a San Martín, donde organizaciones feministas, sindicatos, estudiantes y madres autoconvocadas levantaron carteles con los nombres de las tres jóvenes asesinadas.
Las pancartas decían:
“¡Justicia por Brenda, Morena y Lara!” “El Estado misógino es responsable” “Ni una más, ni una menos”
Pero Neuquén no marchó solo por ellas. También se escucharon otros nombres que acá duelen de cerca:
“Justicia por Jessica Scarione” “¿Dónde está Luciana Muñoz?”
El reclamo fue federal y transversal. Porque cuando matan en la provincia de Buenos Aires, el grito de indignación resuena en la Patagonia. Y cuando desaparece una mujer en el territorio neuquino, debería escucharse también en la Casa Rosada.
No fue solo un crimen: fue un síntoma
Podrán decir que el detonante fue un ajuste narco. Pero las causas de esta atroz masacre no se agotan en la mano que dispara. Empiezan mucho antes: en barrios abandonados, en falta de oportunidades, en Gobiernos ausentes que patrullan tarde y protegen poco.
Brenda estudiaba cosmetología. Lara, con apenas 15 años, soñaba con ser independiente. Morena buscaba tener su propio emprendimiento. No eran “casos aislados”. Eran proyectos de vida interrumpidos en un país que no supo cuidarlas.
Argentina ya no resiste más minutos de silencio
El grito de Ni Una Menos no puede seguir siendo solo una consigna repetida. Hace falta política real, inversión, presencia territorial, prevención efectiva y justicia rápida.
Porque si la estructura estatal no puede garantizar que tres chicas tan jóvenes, incluyendo una adolescente de 15 años, vuelvan a sus casas vivas, entonces el problema no es la inseguridad: el problema es estructural.
La calle habló. Ahora le toca al Poder Ejecutivo.
Neuquén salió. Buenos Aires salió. Córdoba, Rosario, La Plata también.
El país ya entendió lo que hay que hacer.
El Estado todavía no.
No pedimos justicia para las que ya no están. La pedimos para que ninguna otra tenga que ser noticia.
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